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La política de innovación no despega

 | La República
José Miguel de la Calle Restrepo (socio del dpto. Administrativo Colombia)

El país cuenta con diagnósticos serios sobre la situación general del sistema de innovación, siendo el más relevante la evaluación que adelantó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) en 2014 (Ocde, Colombia Innovation Review, Assessment and Recommendations). El Documento Conpes 3558 de 2009 hace también un barrido completo sobre la situación, y formula los lineamientos de política que deberán adoptarse hacia el futuro. A partir de estas y otras normas, la innovación quedó concebida como parte del sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI).

Colciencias funge como ente rector, que coordina a los demás entes públicos del orden nacional, canalizando, a su vez, el flujo del sistema desde y hacia las regiones. Esta importante rama de la política pública ofrece un marco de beneficios tributarios y cuenta con importantes recursos financieros (10% del recaudo anual de regalías).

No obstante, la política nacional de innovación no despega. La inversión en Innovación + Desarrollo (I+D) sigue siendo inferior a 0,6% (comparado con 2,8% promedio Ocde o 1,2% de Brasil). El país apenas alcanza el décimo lugar en registros de nuevas patentes dentro de Latinoamérica y el número de doctores graduados anualmente sigue estando por debajo de la media regional. La oferta universitaria sigue marcadamente orientada hacia las carreras tradicionales, sin que se haya logrado dar el viraje hacia una mayor proporción de estudios técnicos. A pesar de que la tasa de crecimiento de los últimos años ha sido relativamente alta, la productividad laboral de los colombianos sigue pegada en la base de la tabla (se necesitan 4 colombianos para producir lo que un estadounidense).

La innovación, como la libre competencia empresarial, es una palanca de oro que sirve para generar grandes saltos cualitativos en la tendencia de crecimiento económico y lograr niveles de competitividad de talla mundial. Se innova no sólo cuando se crean nuevos productos, sino cuando se conciben mejoras en los procedimientos que hacen más eficientes los modelos de producción.

Colombia no tiene menos emprendedores o menos potenciales innovadores que los que tenían los países del Asia emergente en los años 70. Lo que falta es darle coherencia y una dinámica más fuerte al sistema, a lo largo de todas las regiones del país, para detectar con mayor prontitud los potenciales innovadores y absorber esas nuevas ideas en beneficio de los demás empresarios que estén dispuestos a invertir. Los sistemas de CTI y competitividad siguen funcionando como ruedas sueltas y, adicionalmente, las universidades y las empresas privadas aún no logran trabajar de la mano como ocurre en otros países.

La estrategia de canalizar capital semilla para startups está en pañales. A diferencia de lo que ocurre en México o Chile, donde vienen implementando robustas políticas de venture capital, nuestro marco regulatorio tiene unas curiosas limitantes que impiden la generación de las señales y los incentivos correctos y suficientes para atraer inversionistas privados que sumen sus recursos a los fondos públicos que entrega el Gobierno.

Me queda la duda de si fue una buena idea otorgarle a Colciencias la función de estimular la alianza con la empresa privada para generar circuitos innovadores, cuando este es un ente que tiene un ADN más académico. Como se hizo referencia en el reporte de la Ocde, Colciencias enfrenta la difícil tarea de combinar tres grandes roles: ministerio de ciencias, consejo de investigación y agencia de innovación. A pesar de la importante tarea que realizó la anterior directora Yaneth Giha, al frente de esta institución, creo que sigue abierto el interrogante sobre si la innovación se ajusta cómodamente dentro del portafolio de funciones de dicha entidad.