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La Cumbre del Clima en Madrid: dónde estamos y hacia dónde vamos

España - 
Luis González, counsel del Departamento de Derecho Administrativo de Garrigues

El 2 de diciembre comienza en Madrid la vigésimo quinta Cumbre del Clima. El encuentro llega en un momento en el que la Unión Europea está impulsando medidas concretas para cumplir los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, y España ha puesto en marcha el Marco Estratégico de Energía y Clima.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019, también conocida como COP25 o Cumbre del Clima, se celebra en Madrid entre los días 2 y 13 de diciembre. España albergará la Cumbre del Clima tras los recientes incidentes acaecidos en Chile, si bien dicho país seguirá presidiendo la misma. La COP25 incluirá, igualmente, la 15° reunión de las partes del Protocolo de Kioto (CMP15) y la segunda reunión de las partes del Acuerdo de París (CMA2).

La COP25 pretende profundizar en la lucha contra el cambio climático, en línea con los compromisos alcanzados en el Acuerdo de París el 12 de diciembre de 2015. Dicho acuerdo presenta un plan de actuación para mantener el aumento de la temperatura media anual muy por debajo de 2 ºC con respecto a niveles preindustriales y proseguir con los esfuerzos para limitarlo a 1,5 ºC.

El Acuerdo de París, adoptado por todos los países de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, supuso un hito histórico en la lucha contra el cambio climático, al lograrse un acuerdo jurídicamente vinculante para los Estados Parte que lo ratifiquen. A efectos de garantizar el cumplimiento de dichos objetivos, se establece un mecanismo de revisión de los compromisos de cada país, así como un mecanismo para facilitar el cumplimiento.

En el ámbito de la Unión Europea, todas las actuaciones y compromisos en este campo se llevan a cabo bajo el paraguas del artículo 191 del Tratado de Funcionamiento, el cual hace de la lucha contra el cambio climático un objetivo expreso de la política medioambiental de la Unión. En concreto, a través de su Marco estratégico en materia de clima y energía para el periodo 2020-2030, que da forma al compromiso contraído en el Acuerdo de París, la Unión Europea se ha comprometido a (i) reducir, para 2030, las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 40% respecto a los niveles de 1990, (ii) a mejorar la eficiencia energética en un 32,5% y (iii) a aumentar el porcentaje de las energías renovables hasta alcanzar el 32% del consumo final.

Por otro lado, el Reglamento sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y de la Acción por el Clima modifica varios de los principales instrumentos normativos de la Unión Europea en materia de cambio climático con el propósito de velar por el logro de los objetivos de la Unión en materia de clima y energía. En él se determina cómo colaborarán los Estados miembros entre sí y con la Comisión para alcanzar las ambiciosas metas en materia de energía, en particular, los objetivos en cuanto a energías renovables y eficiencia energética, así como los objetivos a largo plazo en lo referente a las emisiones de gases de efecto invernadero. También establece mecanismos de control que contribuirán a garantizar que se cumplen los objetivos y que las diversas medidas propuestas conforman un planteamiento coherente y coordinado.

Asimismo, la Unión Europea y sus Estados miembros, como partes en la Convención y en el Protocolo de Kioto, han asumido ante las Naciones Unidas el compromiso de informar cada año sobre las emisiones registradas, para lo cual los Estados miembros llevan a cabo un seguimiento de sus emisiones de gases de efecto invernadero y las notifican a la Comisión Europea, la cual elabora un inventario a nivel europeo. Todo ello sin perjuicio de las comunicaciones nacionales con datos sobre emisiones y absorciones, políticas y medidas para reducir las emisiones y otras actividades llevadas a cabo para aplicar la Convención que deben presentarse a Naciones Unidas.

España toma medidas

Como consecuencia del Acuerdo de París y de las respuestas que está adoptando la Unión Europea al respecto, España ha puesto en marcha el Marco Estratégico de Energía y Clima. Las piezas clave que componen este marco son tres: (i) la preparación de un Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, (ii) el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y (iii) la Estrategia de Transición Justa.

El anteproyecto de ley tiene por objeto asegurar el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París, facilitar la plena descarbonización de la economía española, de modo que se garantice el uso racional y solidario de nuestros recursos, y la implantación de un modelo de desarrollo sostenible que genere empleo decente.

Por otro lado, España ha presentado este año a la Unión Europea el borrador del PNIEC 2021-2030, una hoja de ruta para la modernización de la economía española durante la próxima década. En dicho plan, se prevé reducir un 21% de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990, alcanzar un 42% de energías renovables sobre el uso de energía final del país –siendo un 74% para el caso de la generación eléctrica–, conseguir la mejora de la eficiencia energética en un 39,6% y reducir del 74% al 59% la dependencia energética del exterior.

Por último, la Estrategia de Transición Justa incluye los instrumentos necesarios para optimizar las oportunidades de empleo de la transición a través de marcos de formación profesional, políticas activas de empleo, medidas de apoyo y acompañamiento –con especial atención a sectores estratégicos–, y planes de reactivación de los territorios que puedan verse afectados por este proceso.

La COP25 llega a Madrid

En este contexto, se celebra la COP25 en Madrid. La cumbre tendrá una enorme trascendencia por el momento de máxima alerta en el que nos encontramos: el pasado 13 de noviembre, la Agencia Internacional de la Energía advertía en un informe de que las políticas climáticas actuales en todo el mundo son insuficientes para acabar con el crecimiento de las emisiones; igualmente, el pasado 25 de septiembre, se destacaba en el último informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) la necesidad de actuar con carácter urgente a fin de priorizar iniciativas que permitan abordar cambios perdurables en los océanos y la criosfera que no tienen precedentes. Del mismo modo, la COP25 se enfrenta a importantes retos: Estados Unidos ha comenzado el proceso para la retirada del Acuerdo de París; existiendo, además, una falta de compromisos intensos y suficientes por parte de grandes emisores de carbón, como China, India y los propios Estados Unidos.

La cuestión principal es, por tanto, qué cabe esperar de la COP25. En primer lugar, se prevé que se concreten los aspectos técnicos de los mecanismos de cooperación entre las partes. Asimismo, se espera que se lance el proceso que debería llevar a una mayor ambición en las contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional en 2020 para cumplir con el Acuerdo de París. Por otro lado, se espera seguir avanzando en la Agenda de Acción Climática Global para impulsar acciones de cooperación entre gobiernos y actores no estatales. Finalmente, se quiere iniciar una nueva fase en el proceso, pasando de la negociación a la implementación.

Para lograr dichos objetivos, la COP25 creará dos espacios de debate: la Zona Azul y la Zona Verde. La Zona Azul es el espacio administrado por las Naciones Unidas en el cual tendrán lugar las sesiones de negociación de la COP25, la CMP15 y la CMA2, así como los actos y eventos paralelos de la agenda oficial de Naciones Unidas. Es la zona de la negociación multilateral propiamente dicha. La Zona Verde es el espacio de participación social que estará a disposición de toda la sociedad civil para que sea parte fundamental y participe de manera directa en la celebración de la COP, y que se complementará, además, con la organización de diferentes eventos dirigidos al público en general y la sociedad civil a lo largo de la toda la ciudad de Madrid. De hecho, los organizadores esperan que esta sea la COP más participativa hasta el momento.

En cualquier caso, y si bien se espera que sea un impulso decisivo a la acción climática global y que se pongan en marcha nuevas acciones concretas, debido a las complejas circunstancias que están afectando a la COP25, el enfoque más prudente pasa por no adelantarse a los acontecimientos. Las sensaciones existentes en las semanas previas a la Conferencia de París eran derrotistas y, sin embargo, los resultados alcanzados superaron las previsiones más optimistas, por lo que la expectación es máxima y se requiere estar muy pendientes de los acontecimientos y compromisos que se alcancen en la Cumbre del Clima a celebrar en Madrid.