El impacto de las nuevas tecnologías en el mercado de trabajo ha dejado de ser una cuestión futurible y es ya una realidad. La aparición de nuevos esquemas de contratación (como el crowdsourcing), nuevas categorías de trabajadores (como los nómadas digitales o las nuevas figuras con líneas difusas entre el trabajo por cuenta ajena y el autónomo), la prestación virtual de servicios, la desconexión digital y la conciliación de la vida personal con la laboral o la implantación de firmas digitales y biométricas, entre otras cuestiones, generan una necesaria adaptación (e incluso anticipación) de las políticas empresariales encaminadas a la captación, retención y gestión del talento.