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Las ‘startups’ y el endeudamiento (II): Ventajas de la deuda, oportunidad del entorno y examen de algunas vías

España - 
Rafael González-Gallarza y Alex Pujol, socios del Departamento Mercantil de Garrigues.

En el artículo anterior de esta serie hemos explicado, en el marco de la contribución imprescindible y muy positiva de los fondos de 'venture capital' al ecosistema, algunas desventajas de la exclusiva dependencia de las 'startups' de las rondas de capital, en particular para los fundadores, y cómo el incrementar los niveles de endeudamiento podría contrarrestarlas. En esta nueva entrega, abordamos las ventajas de la deuda, la oportunidad que brinda el entorno actual y analizamos algunas primeras e hipotéticas vías de endeudamiento.

‘Debt is beautiful’; ayuda a la orientación al mercado

El no recurrir invariablemente al capital para cubrir el dinero que va quemando la startup y obtener financiación mediante el endeudamiento puede generar tendencias muy positivas en la propia gestión y perspectivas de la empresa. Una de ellas es que contribuye a evitar que la compañía se encierre demasiado en un modelo basado quizás en el éxito tecnológico y menos en el avance en hitos más comerciales y que se pierda la capacidad de ir adaptando el rumbo a la vista de un entorno más “holístico”.

Adoptar esta dinámica redundaría en la propia supervivencia de más empresas de este tipo, puestas en la tesitura de encontrar otros recursos financieros, bajo forma de deuda, proveniente de otras fuentes, y orientarse más hacia el mercado como factor de viabilidad.

La deuda mejora la gobernanza

Además de esta mayor orientación al mercado, la coexistencia de la startup con prestamistas y proveedores de deuda en general la obliga además a una mayor disciplina de gestión, ya que los mismos suelen, en muchos casos, insertar en sus contratos de financiación cláusulas por las que el financiado se obliga al cumplimiento de ratios o covenants financieros y a la entrega periódica de información financiera de calidad sobre la empresa. La startup quedaría así conducida a adoptar mejores procedimientos de control y disciplina, redundando en un mejor governance general de la misma.

La incorporación de un directivo especializado en el área financiera, generalmente con experiencia, es algo siempre recomendable para la start-up pero, en el contexto de la búsqueda y gestión de la deuda y de la relación con los prestamistas, esta figura profesional cobraría aún más sentido.

Por lo tanto, estas empresas ganarían mucho si identificasen y abriesen vías de financiación consistentes en pasivos exigibles y, en general, acudiesen a   proveedores de deuda.

Un entorno duradero de bajos tipos de interés

No olvidemos, además, que los escenarios de tipos de interés muy bajos (o incluso negativos respecto de los mejores deudores) han venido para quedarse. Puede consultarse la estadística sobre tipos de interés publicada el 2 de septiembre de 2020 por el BCE a julio de 2020 que sitúa el tipo de interés de los nuevos préstamos a empresas en el 1,51% anual, así como el cuadro que muestra la evolución de los tipos desde 2003 y la constante tendencia a la baja en los últimos años que los ha llevado ya durante mucho tiempo a los niveles actuales.

Por lo tanto, habría apetito en el mercado para una nueva clase de activo alternativo, concretamente deuda de startups, que ofreciese unas rentabilidades muy superiores a la deuda corporativa existente.

Dinero público para digitalización y sostenibilidad

Por otra parte, la mayor parte de las startup se dedican a actividades ligadas a la digitalización y perfectamente compatibles, cuando no conducentes, a la economía circular. Encajan, pues, muy bien en las preocupaciones de muchos financiadores por acudir a sectores sostenibles.

Es de sobra conocida la preocupación general entre gobiernos y en los mercados por la economía sostenible y dentro de ello por las finanzas sostenibles. Así, por ejemplo, la Comisión de la Unión Europea ha adoptado un plan de acción en materia de finanzas sostenibles (ver aquí).

Más recientemente, el plan Next Generation Europe, basado en los principios de acuerdo alcanzados por el Consejo de la UE en julio de 2020 con el objeto de revitalizar la economía de los países, muy afectados por los efectos de la pandemia del COVID-19, con un programa enorme de inyección de fondos desde el presupuesto de la Unión, anuncia mucho dinero público para proyectos en los campos de la digitalización y transición ecológica, además de sanitarios (más información aquí). Aunque los detalles de este plan son por ahora pocos y no revelan en qué medida podrán traducirse en préstamos y otras financiaciones a empresas, es previsible que esta modalidad se adopte, incluso con financiaciones bonificadas. Ello, sin embargo, en el caso de España, estaría todavía por ver.

Vías a explorar: dificultad en generalizar

El entorno es pues propicio, pero, ¿cuáles serían las vías a explorar por las startups para encontrar deuda?

La respuesta no puede ser unívoca ya que cada empresa, cada modelo de negocio, cada tipología de productos o servicios y cada fase de desarrollo es un mundo.

Establezcamos una primera diferencia entre las startups dedicadas a las ciencias de la salud y la vida de las que buscan soluciones tecnológicas que permitan ofrecer masivamente nuevos productos o servicios digitales. Son actividades y circunstancias muy distintas y esa diferencia puede ser determinante a la hora de encontrar o no fórmulas de endeudamiento y cuáles serían. Volveremos sobre estas cuestiones más adelante en nuestra serie de artículos. Basta indicar que las reflexiones que ahora haremos encuentran quizás mejor acomodo en la segunda categoría de empresas que hemos descrito.

Ahora bien, sí podemos adelantar una serie de consideraciones generales que pueden ser útiles.

No contemos demasiado con la banca comercial y sus canales habituales

La primera es que la solución probablemente no esté en los caminos trillados de la microeconomía convencional.

Los bancos comerciales y sus redes habituales de distribución no van a ofrecer sus productos tradicionales: las pólizas de circulante, el descuento, el confirming, los préstamos y créditos convencionales. Estos productos están adaptados a pymes con modelos ya consolidados, necesidades de financiación corriente, con activos tangibles o fácilmente realizables e ingresos comerciales recurrentes. Muchas de estas fórmulas sencillamente no son ni concebibles o, si lo son, lo son por importes escasamente relevantes.

Téngase en cuenta, además, que los incentivos en el negocio bancario dependen mucho de la regulación sobre los requerimientos de capital de las entidades de crédito (recogidos en el Reglamento UE 575/2013). Los préstamos a startups realmente incipientes recibirían una ponderación alta como activo en riesgo y ello supone un muy alto consumo de capital y, por lo tanto, una penalización. Además, la medición del riesgo de crédito se basa mucho en modelos estadísticos que miran hacia la experiencia pasada lo cual encaja mal en el segmento innovador y sin precedentes de la deuda de startups. Mientras esta situación regulatoria no cambie, además de muchas otras razones, no cabe esperar que la banca comercial se movilice masivamente para ofrecer productos financieros convencionales a startup a través de sus redes de distribución habituales para pymes.

Otra cosa es el papel que la banca podría jugar a través de las otras fórmulas de financiación que describimos en esta serie de artículos, en proporciones quizás no masivas pero que sí permitirían captar clientes con potencial de crecimiento y a los que, llegado el momento, la entidad, como banco de relación, sí podrá ofrecer productos clásicos de banca comercial (o privada y de particulares para fundadores y sus equipos).

Y los bonos convencionales probablemente tampoco

Tampoco podemos confiar mucho en las emisiones de valores de renta fija en los mercados existentes. Los mercados más adaptados a bonos de pymes (como nuestro MARF) son poco aptos para startups propiamente dichas con modelos disruptivos aún pendientes de implantación.

MARF es un mercado activo y eficiente pero en él emiten empresas de tamaño medio con modelos de negocio y fases de desarrollo relativamente consolidados. No son tanto las exigencias regulatorias, que son flexibles, las que determinan esto sino más bien la posibilidad de que la emisión se suscriba con éxito. Para ello, hay que saber que los bancos colocadores son las entidades habituales y los inversores a los que acuden son inversores institucionales no especializados en startups. Sería por lo tanto necesario un cambio bastante radical para que pudiese concebirse que las startups en sentido estricto acudan regularmente al MARF.

Descartaremos, pues, estas fórmulas, al menos por ahora y en su expresión más común y estandarizada, para las fases más incipientes en el ciclo de vida de las startups.

En el siguiente artículo de esta serie abordaremos las vías que sí parecen prometedoras para que las startups puedan acceder al crédito