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Así quiere regular EE.UU. la inteligencia artificial

Alejandro Sánchez del Campo, of counsel en el área de Startups & Open Innovation de Garrigues.

El país norteamericano, que quiere mantener su liderazgo en inteligencia artificial, ha lanzado una consulta pública con los principios que deben guiar su regulación.

De acuerdo con el actual CEO de Google, la inteligencia artificial (en adelante la referiremos también como IA) es probablemente lo más importante que la humanidad ha desarrollado. Lo cierto es que Estados Unidos y China, o más concretamente un puñado de empresas punteras de ambos países, llevan años invirtiendo miles de millones de dólares con dos objetivos muy claros: liderar el presente y el futuro de este conjunto de tecnologías que se agrupan bajo el paraguas de la inteligencia artificial y capitalizar los enormes beneficios que traerán.

El gobierno de EEUU acaba de lanzar una consulta pública en la que solicita comentarios sobre el memorándum que contiene los principios que deberán guiar la actuación de las agencias federales a la hora de regular la inteligencia artificial[1].

El documento empieza destacando que es vital tanto para su economía como para su seguridad nacional que Estados Unidos mantenga su condición de líder global en inteligencia artificial. La innovación y el crecimiento de la IA es una de las principales prioridades del Gobierno americano y por ello los reguladores deben de abstenerse de llevar a cabo cualquier acción que obstaculice innecesariamente dicho crecimiento, así como evitar un enfoque preventivo que imponga a las soluciones de inteligencia artificial un estándar tan alto que impida a los potenciales usuarios disfrutar de sus beneficios. Añadido a lo anterior, tienen la obligación de considerar no solo los riesgos sino también los beneficios y los costes de usar soluciones basadas en IA frente a los sistemas que van a complementar o sustituir. Asimismo, los organismos regulatorios federales podrán, en determinadas circunstancias, usar su autoridad para corregir las inconsistencias o duplicidades de las normativas estatales o locales que puedan condicionar el desarrollo de un mercado nacional.

En línea con las tesis del profesor Adam Thierer y otros autores, el memorándum señala que las agencias únicamente considerarán aprobar una nueva regulación cuando lleguen a la conclusión de que esa normativa federal es necesaria. Dicha regulación se basará en los siguientes principios:

  • Promover una inteligencia artificial robusta y confiable que ofrezca tranquilidad a la ciudadanía.
  • La participación pública es esencial. Los reguladores harán el mayor esfuerzo por dar a conocer cualquier borrador de iniciativa legislativa en este ámbito y por conseguir la mayor involucración de los ciudadanos.
  • Tener en cuenta y aprovechar todo el conocimiento científico y técnico disponible en el momento de aprobar la norma.
  • Hacer un análisis de riesgos completo, transparente y periódico que detalle qué desarrollos de la IA son aceptables y cuáles pueden provocar daños excesivos.
  • Evaluar y cuantificar los beneficios y costes, directos e indirectos o potenciales, favoreciendo aquellos planteamientos que maximicen el beneficio neto.
  • Dada la extrema volatilidad en la que estamos inmersos, cualquier regulación que se apruebe debe tener un acercamiento flexible y basado en resultados. Se evitarán planteamientos rígidos o la imposición de soluciones técnicas o estándares concretos que se pueden quedar obsoletas. Además, las agencias federales harán lo posible por conocer las normativas internacionales relativas a IA para asegurarse de la regulación local no coloca a las compañías americanas en desventaja frente a sus competidores globales. Este planteamiento es muy interesante porque refleja el pragmatismo de la mentalidad norteamericana y ayuda a entender su liderazgo en el mundo tecnológico actual.
  • Considerar las importantes consecuencias que pueden tener los sesgos en la IA y las discriminaciones e injusticias que pueden provocar.
  • Promover el desarrollo de sistemas de AI que sean seguros y robustos desde el diseño y que garanticen la accesibilidad de la información procesada o almacenada.
  • Todas las agencias federales involucradas en esta materia deben de trabajar de forma coordinada.
  • Facilitar el acceso a los datos, metadatos e información no confidencial de que dispongan los distintos organismos administrativos para facilitar la investigación y el desarrollo de soluciones de inteligencia artificial.

El memorándum también prevé la opción de acudir a una actuación no regulatoria cuando esa pueda ser la solución más conveniente. Entre las actuaciones posibles se mencionan guías o marcos específicos para sectores concretos, programas piloto en los que se exceptúe la aplicación de determinadas normas o códigos de conducta de la industria.

La consulta pública está abierta a comentarios hasta el 13 de marzo de 2020.




[1] Se refiere a la denominada inteligencia artificial estrecha o débil, que por primera vez se ha definido legalmente en la John S. McCain National Defense Authorization Act for Fiscal Year 2019.