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Portugal, hacia la neutralidad en carbono

Portugal - 
Cláudia Saavedra Pinto y Frederica Gonçalves, Departamento de Derecho Público de Garrigues en Portugal

Lograr la neutralidad carbónica para el 2050 es el objetivo central de las políticas medioambientales europeas en los próximos años. Con esto en mente, el Gobierno portugués aprobó recientemente la Hoja de ruta para la neutralidad carbónica 2050, estableciendo los principales vectores de descarbonización que se implementarán, principalmente en los sectores eléctrico y de movilidad.

El Acuerdo de París, celebrado en 2015, marcó la pauta para un mundo más atento al estado del planeta y al impacto de la acción humana en el medioambiente, después de décadas de centrarse en el progreso de la industrialización sin prestar atención a las cuestiones medioambientales.

Sin embargo, alcanzar los objetivos principales establecidos en el Acuerdo dependerá de la acción conjunta, comprometida y efectiva de las Partes que lo ratificaron. Con este fin, el Acuerdo prevé la necesidad de alcanzar la neutralidad carbónica en la segunda mitad del siglo, y las partes deben presentar, hasta el 2020, su respectiva estrategia de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.

Portugal ratificó el Acuerdo de París el 30 de septiembre de 2016, y luego asumió el compromiso de alcanzar la neutralidad carbónica para el año 2050. En esta línea, y tratando de orientar las políticas nacionales para alcanzar este objetivo, el Gobierno portugués elaboró una hoja de ruta para la Neutralidad carbónica 2050 (RNC2050) , aprobado por la Resolución del Consejo de Ministros N.º. 107/2017 del 1 de julio de 2019. El RNC2050, que establece los principales vectores de descarbonización, propone como dos de los principales planos de actuación los sectores eléctrico y de movilidad. Con el fin de alcanzar los objetivos allí establecidos, se avanzó un conjunto de alternativas que conducen a la descarbonización de esas industrias.

Entre las principales prioridades en el sector energético destaca la eliminación gradual del uso de combustibles fósiles en la producción de electricidad, con el compromiso de desmantelar las centrales eléctricas de carbón para el 2030 y abandonar la producción a partir del gas natural para el 2040. Se quiere alcanzar así, en fases, el objetivo de asegurar que toda la capacidad instalada de energía en Portugal provenga de fuentes renovables. En concreto, el RNC2050 prevé un aumento de la producción de energía solar fotovoltaica, alcanzando 13 GW para el año 2050; de la energía hidroeléctrica, alcanzando, junto con las baterías, 7,5 GW de capacidad instalada para el 2050; y de la energía eólica (en tierra y mar adentro).

En este nivel, es importante resaltar las medidas importantes ya adoptadas. Destaca en este sentido el incentivo para invertir en la producción de energía fotovoltaica a través de subastas para la asignación de la reserva de capacidad de inyección en la Red Eléctrica de Servicio Público para la energía fotovoltaica (con y sin garantía de remuneración). El primero ya fue realizado en julio, y se espera realizar uno nuevo a principios del próximo año.

Al mismo tiempo, se esperan cambios en el sector de la movilidad. En este sentido, el RNC2050 establece el objetivo de que la flota nacional de automóviles de pasajeros sea 100 % eléctrica para el 2050, así como la introducción de nuevos combustibles, como el hidrógeno, en vehículos pesados.

Consciente de la urgente necesidad de reducir las emisiones de una de las industrias más contaminantes, el transporte, Portugal ha adoptado medidas en este sentido desde hace ya algunos años. En 2010, se creó una red de movilidad eléctrica que integra puntos de recarga de vehículos en todo el país. Más recientemente, destaca, como incentivo para reducir los coches en la ciudad, la reducción de los abonos sociales y la implementación de modelos de movilidad ligera en las grandes ciudades.

Llegados a este punto, y en vísperas de la celebración de la Cumbre del Clima en 2019 el próximo diciembre, es importante reflexionar sobre la implementación de los objetivos propuestos por el Acuerdo de París, concluyendo que, pese a la bondad de las medidas ya implementadas, todavía que un largo camino por recorrer. Urge así aplicar medidas que lleven a alcanzar los objetivos establecidos en RNC2050, lo que sin duda deberá pasar por la adaptación de los marcos regulatorios existentes, sobre todo en el sector eléctrico, propiciando la entrada de nuevos agentes en el mercado.