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La Comisión Europea se inclina por la autorregulación en el caso de las ‘fake news’

El 99% de los encuestados declara haber sido expuesto a fake news y un 83% las considera un problema para la democracia, según una reciente consulta de la Unión Europea. La Comisión confirma que la lucha contra la desinformación requiere una acción conjunta de los operadores económicos y rechaza, por el momento, una intervención reguladora.

Una de cada cinco organizaciones en la Unión ha sido recientemente afectada por fake news, pero solo el 12% de ellas ha tomado medidas preventivas para hacer frente a esta amenaza. Estos datos ponen de relieve la dimensión del problema y su potencial alcance en la sociedad actual, en la que la desinformación ha alcanzado la condición de arma política para influir y orientar el comportamiento de la población.

Por ello, la Comisión Europea decidió encargar a un grupo independiente de expertos la redacción de un informe detallado sobre el estado de la cuestión. El estudio pone de relieve la distribución geo-demográfica de las fake news: los ciudadanos perciben los blogs y periódicos online y las redes sociales como más proclives a publicar o difundir noticias falsas y, por lo tanto, menos fiables que los medios tradicionales. Además, los encuestados de mayores ingresos y estudios declaran una mayor exposición a las fake news, pero también una mayor capacidad para discernirlas de la información veraz.

¿Qué hacer, entonces, ante el creciente volumen de contenido engañoso? Los expertos lo tienen claro: los valores fundamentales de una sociedad democrática, como la libertad de opinión e información y la ausencia de toda censura pública o privada, urgen a evitar una intervención reguladora en la materia, optando por la adaptación de todos los usuarios y profesionales al contexto actual. ¿Cómo? Mediante la colaboración de los agentes económicos para lograr una autorregulación efectiva en tres ámbitos principales: la transparencia, la educación y el apoyo de los medios de comunicación.

Según el informe de los expertos, la transparencia de los medios en cuanto a las fuentes, la financiación y la verificación del contenido publicado es el primer pilar de la lucha contra las fake news. Para ello, la Comisión ya ha anunciado que apoyará el desarrollo de un código de buenas prácticas europeo al que las organizaciones podrán adherirse de forma voluntaria.

El segundo gran ingrediente de la receta anti-fake news de la Unión Europea es, tal y como ya se ha señalado en diversas ocasiones, la educación. En este caso, se trata de educar tanto a los usuarios como a los profesionales en la verificación de la información y la actitud crítica, promoviendo la adaptabilidad a un nuevo entorno digital en el que proliferan las noticias de todo tipo.

El informe subraya igualmente la importancia de las medidas de apoyo a los medios y profesionales del mundo de la comunicación, a través de financiación pública – manteniendo siempre la neutralidad y diversidad de los medios – y de herramientas de acceso, control y verificación de la información. En este sentido, la Comisión Europea ha propuesto la creación de una red europea independiente de verificadores y de una plataforma en línea sobre desinformación.

Con este análisis y la posterior comunicación de la Comisión, la Unión Europea se posiciona en contra de una respuesta institucional como inadaptada y problemática desde el punto de vista de los pilares de una sociedad democrática y anima a los agentes económicos a emprender una autorregulación dinámica de las fake news. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia de la evaluación continua del fenómeno y la eficacia de las medidas adoptadas, por lo que quedamos a la espera del próximo comunicado de Bruselas.