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NPLs: La lucha contra los elementos

 | El Economista
Juan Verdugo García (socio del dpto. Reestructuraciones e Insolvencias Madrid)

Es una realidad que las transacciones con carteras de créditos morosos (conocidos como NPLs o non-performing loans) están de rabiosa actualidad en España. El año 2016 nos dejó con 18 grandes operaciones de venta de estas carteras realizadas por bancos y cajas españolas por importe de 13 mil millones de euros. Para el año 2017 y siguientes se calcula que solo en España existen 120 mil millones de créditos morosos susceptibles de ser paquetizados en carteras y vendidos. Es una cifra diez veces superior a la que el mercado fue capaz de absorber en 2016.

Que las operaciones con NPLs son una realidad y que España es, junto con Italia, Reino Unido, Irlanda y Portugal, uno de los mercados más activos no sorprende. Lo que verdaderamente llama la atención es el reconocimiento a nivel mundial que acumulan las firmas españolas que asesoran y dirigen estas operaciones (entidades financieras, big fours, casas de corporate finance, expertos inmobiliarios, servicers y firmas legales). Una pequeña “Armada Invencible” de todos estos navegó recientemente hasta el Congreso de Inversiones Europeas (European Investment Summit) celebrado en Miami, EEUU, donde en esta ocasión la flotilla arribó con más suerte. A diferencia de lo que sucedió con la genuina flota de navíos españoles, en esta ocasión no se trataba de destronar a ningún Tudor. Más bien el objetivo era coronar definitivamente a nuestro país como el mercado más potente e interesante en inversiones en carteras de NPLs o de inmuebles adjudicados (conocidos como REOs); un mercado, el español, plagado de vendedores dispuestos a descargar masivamente sus balances de este tipo de créditos e inmuebles (allí acudieron Sareb y Bankia, dos de los mayores protagonistas durante 2016). Obligado es referirse a la presencia del sector inmobiliario, con especialistas (como JLL) acostumbrados a calcular el retorno para los inversores en este tipo de carteras de créditos o de inmuebles cuando, como es habitual, incluyen productos de compleja valoración como hoteles en funcionamiento, centros comerciales, concesiones administrativas o centros logísticos. Completaba la pequeña “Armada española” un selecto grupo de servicers (Haya, Hipoges, Finsolutia), especializados en gestionar para el inversor la cartera de créditos o inmuebles, una vez que éste la ha adquirido del banco vendedor y el riesgo de cobro (junto con una razonable expectativa de recuperación) se ha transmitido al inversor. A quienes tomamos parte de tan particular desembarco nos quedó claro que el inversor estadounidense que está optando (y cada vez optará más) por España para realizar una de estas operaciones, va a encontrar en nuestro país (y en nuestro vecino Portugal) un mercado extremadamente maduro, con cotas de seguridad jurídica infinitamente mayores de las de nuestros vecinos (Francia o Italia) y con un grado de certidumbre sobre el retorno de la inversión fácilmente comparable con mercados como el de Reino Unido o Irlanda.

Con todo, una preocupación sobrevolaba la expedición. La escasa actividad en España durante el primer trimestre de 2017 no se correspondía con el frenético cierre del ejercicio 2016. La razón no podía ser, lógicamente, que los bancos y cajas españoles se hubieran liberado de todos sus créditos morosos o de sus inmuebles adjudicados cuando el parque de créditos supera los 120 mil millones. Mucho más sencillo, lo que sucede es que bancos y cajas españoles aún están digiriendo el memorandum de más de cien páginas que el Banco Central Europeo hizo público en el último trimestre de 2016 y que contiene las directrices del supervisor para la estrategia de gestión de los NPLs, con cinco pilares fundamentales: contención, reconocimiento, provisión, cancelación y valoración. La digestión del documento parece que ha exigido ajustes adicionales en la actual estrategia de los bancos y cajas españoles (vendedores por naturaleza de este tipo de productos), aunque sea a fuerza de situar a los inversores en un impasse que, en todo caso, parece muy próximo a acabar.

Si algo quedó claro tras el intercambio de impresiones con algunas de las organizaciones que también acudieron a la cita (por ejemplo, el Banco Mundial) es que, en el momento en que el viento vuelva a hinchar las velas de nuestra particular “Armada”, las firmas españolas (y las legales muy fundamentalmente) tenemos que seguir remando con nuestros clientes para incrementar su grado de confort legal, supliendo las deficiencias propias de estas operaciones. La experiencia enseña que muchos de los riesgos que habitualmente enfrentan los inversores (falta de documentación, falta de información oportunamente contextualizada, falta de estadísticas actualizadas sobre tiempos y procesos judiciales, deficiencias en la estrategia legal de recuperación, etc.) pueden mitigarse e incluso desaparecer, cuando los abogados (sobre todo de aquellos que habitualmente asesoramos a inversores internacionales) pasamos a jugar un papel decisivo en la transacción, y nuestro rol abandona el campo de la mercancía (comodity) para entrar de lleno en la involucración fiable y responsable (reliability). Es la única forma de luchar contra los elementos y alcanzar puerto con todas las naves.