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Encontraremos en los próximos días numerosas reflexiones sobre el alcance del Informe, pero, como dijo el Ministro Montoro, “ahora la pelota está en el tejado del Gobierno”, y tenemos que esperar a ver cuáles de las propuestas son finalmente adoptadas. En cualquier caso, las medidas del Informe remueven todo el sistema tributario, por lo que el ahorro o coste definitivo será distinto para cada contribuyente.

El Informe está muy trabajado, se ha hecho un esfuerzo enorme y la mayor parte de las medidas son lógicas.

Es valiente decir que el fraude se combate con medidas preventivas y no solo represivas y que, por ello, es necesario bajar los tipos. Ahora falta corregir la propuesta del tipo máximo del IRPF al 50% y replantearse eliminar los límites de cotización de las bases de la Seguridad Social, como propone el Informe.

Es sensato hablar de la “excesiva descentralización de los ingresos tributarios” y las medidas que se proponen para reducirla, y también lo es eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio. Eso sí, preocupa tributar en el IRPF por la vivienda habitual (aunque sea de forma transitoria), y crear un “macro-IBI” que sustituya a la imposición inmobiliaria, aunque habrá que concretarlo. Loable es, eso sí, fomentar el ahorro a tipos bajos con independencia de que el ahorro sea o no financiero.

También parece razonable aumentar la imposición indirecta y medioambiental para reducir las contribuciones sociales, pero vigilando el déficit. No obstante, hay que ser valientes en ello: Ayer me dijo un taxista de Madrid que si bajaban radicalmente las cotizaciones sociales, él contrataría a una persona.

Esperemos que la sensatez impere también en la reforma final del Gobierno, se bajen de verdad los tipos del IRPF y que todos los autónomos, empresarios y entidades del país contraten, al menos, a una persona gracias a la reforma fiscal.