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"Lasciate ogni speranza"

 | Cinco Días
Federico Durán López (socio del dpto. Laboral Madrid)

Si todavía alguien mantenía la esperanza de que, superada la emergencia de la crisis, se avanzaría en las políticas liberales, con estos presupuestos debe, como quienes entraban en el infierno del Dante, perderla definitivamente.

Si, como escribí en estas páginas en relación con los Presupuestos Generales para 2016, podía apreciarse en ellos un “leve aroma socialdemócrata”, con estos nuevos presupuestos, el aroma es intenso e inconfundible. De la racionalización del gasto público, de la suavización de la opresión fiscal de ciudadanos y empresas, y de la fijación de reglas claras y sostenibles para el mantenimiento del Estado del bienestar, poco queda si queda algo.

Cualquiera diría que son los presupuestos de una cierta relajación social tras una cura económica de estabilización y saneamiento. Pasados los momentos más duros podríamos permitirnos algunas alegrías. Solo que basta observar el volumen de deuda, el persistente nivel de desempleo, la insuficiencia del crecimiento económico, la lucha contra el déficit, más voluntariosa que exitosa, la preocupante evolución de las cuentas de la Seguridad Social, y lo raquítico de los ajustes realizados, para comprender que la emergencia ni mucho menos ha pasado.

Basta comparar con los planteamientos promovidos por los candidatos más liberales a la presidencia de Francia (Fillon, Macron), para ver cuán alejados estamos de las recetas económicas que podrían devolvernos a la senda del crecimiento sostenible, de la eficiencia económica y del avance social. En Francia se plantea un recorte demás de 100.000 millones del gasto público, un alivio significativo de la carga fiscal de empresas y ciudadanos, la abolición definitiva de la ley de las 35 horas, con aumento en la función pública de 35 a 39, una reducción de cientos de miles de empleos públicos en el Estado y en las regiones, y nosotros embocamos el camino contrario (67.000 nuevos empleos públicos, por ejemplo). Aquello de que un conservador francés es más social que un socialista inglés habría que predicarlo hoy de nuestros conservadores.