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La sazón de los descuelgues salariales

 | El Periódico Mediterráneo
Vanessa Marqués Soro

La figura del “descuelgue salarial”, entendida como la posibilidad excepcional por parte del empresario en situación de crisis de dejar de aplicar los salarios previstos en el convenio colectivo de aplicación, y abonar a los trabajadores salarios en cuantías inferiores, ha proliferado desde la reforma laboral de 2012 (introducida por el Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral), como una medida alternativa al despido y de continuidad de las relaciones labores, si bien está siendo en este año 2013 cuando dicha figura está en pleno apogeo en lo que a su utilización y aplicación se refiere.

 

Dicha medida, entre otras, tal y como ya se auguraba en la Exposición de Motivos del citado Real Decreto-ley, tenía, y tiene, la finalidad de promover la flexibilidad interna en las empresas y ser, como hemos indicado, una alternativa a la destrucción de empleo, fortaleciendo así los mecanismos de adaptación de las condiciones de trabajo existentes en cada compañía a las circunstancias concretas de carácter económico, técnico, organizativo y/o productivo que las mismas puedan encontrarse atravesando.

Y ha sido precisamente en base a esa idea de mantenimiento del empleo, que las empresas se han aferrado a los descuelgues salariales cual flotador en medio del océano.

Si atendemos a los datos oficiales emitidos por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, durante el periodo comprendido entre los meses de enero a octubre del presente año 2013 se han registrado, a nivel nacional, un total de 2.088 inaplicaciones de convenios colectivos que afectan a 140.923 trabajadores (recordemos que la inaplicación puede ser tanto de la cuantía salarial prevista en el texto colectivo, como también de la jornada de trabajo, del horario y la distribución del tiempo, del régimen de trabajo a turnos, del sistema de remuneración, trabajo y rendimiento, de las funciones y de las mejoras voluntarias de la acción protectora de la Seguridad Social).

Ahora bien, de dicho total de inaplicaciones convencionales (2.088), el abrumador porcentaje del 93,05 por ciento de las mismas, es decir, un total de 1.961 inaplicaciones a nivel estatal, se corresponden con “descuelgues salariales”, o inaplicaciones de la cuantía salarial prevista en el texto colectivo. Es decir, un total de 132.327 trabajadores han sido testigo de cómo su salario ha sido reducido durante el presente año 2013.

En nuestra comunidad autónoma el dato también es revelador, pues 344 inaplicaciones de convenio colectivo se han llevado a cabo en nuestro territorio: 9 a nivel autonómico, 156 de ellas en la provincia de Valencia, 104 en la provincia de Alicante, y el resto en provincia de Castellón.

En concreto, en el área de Castellón, según datos oficiales registrados, se han llevado a cabo un total de 75 inaplicaciones salariales durante lo que llevamos de año 2013, siendo los principales sectores afectados el sector citrícola, el sector de la siderometalúrgica, y el sector hostelero.

A pesar de la realidad expuesta, tal y como se adelantaba, la contrapartida positiva a la pérdida de poder adquisitivo que los descuelgues salariales (correcta y necesariamente aplicados) implican para los trabajadores que los sufren es, por tanto, el mantenimiento del empleo; fin último éste que parece haber sido entendido y compartido por los trabajadores y por sus representantes, por cuanto la gran mayoría de las inaplicaciones de convenios colectivos, casi el 90,3%, según el dato oficial acumulado hasta el mes de octubre de 2013, se han resuelto en el seno de los procedimientos seguidos a efectos de la correcta aplicación del descuelgue salarial, con acuerdos alcanzados entre los empresarios que proponen la medida y los trabajadores a los que se les aplica la misma.

Parece, por tanto, haberse entendido la importancia de la negociación colectiva que resulta totalmente imprescindible en este tipo de procedimientos con el fin de atenuar las consecuencias que la misma tiene para los trabajadores y, por extensión, para las propias empresas.

No aparece en los datos oficiales, pero demostraría lo revelador o lo acusatorio de esta medida conocer cuánto empleo real han salvado. Posiblemente los grandes gurús de la estadística se acercarían a la pregunta con fórmulas difícilmente entendibles para la mayoría de los mortales, pero me quedo con lo que expresaba muy bien Paulo Coelho: “Jamás dejes que las dudas paralicen tus acciones. Toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente”.