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La prioridad es la reforma institucional

 | ABC
Fernando Vives Ruiz

Las medidas a corto plazo están mediatizadas por la situación financiera. El margen de maniobra es pequeño. Hay que seguir trabajando en el fortalecimiento de las finanzas públicas y en el desapalancamiento del sector privado, introduciendo políticas de estímulo que deben favorecer la mejora de la balanza comercial y, con ello, el incremento de los puestos de trabajo relacionados con la actividad exportadora. El debate puede estar en los plazos para su consecución pero no en su necesidad. No es previsible, además, que la situación económica mundial nos ayude en nuestro esfuerzo.

 

Sin embargo, los problemas de la economía española no son sólo coyunturales. Hay que trabajar intensamente, desde ahora mismo, en políticas a medio plazo que solventen o mitiguen nuestros problemas estructurales.

Las prioridades son, en mi opinión, la reforma institucional. El modelo actual no se sostiene. Me refiero a la necesidad de simplificar la estructura administrativa a todos los niveles y no sólo la de las administraciones territoriales. En relación con estas últimas, desde un punto de vista económico es fundamental corregir la fragmentación del mercado que -en muchas áreas- ya se ha producido. Más allá de consideraciones de índole política, uno de los activos más relevantes con los que contamos es un mercado formado por 40 millones de consumidores. La dispersión normativa aún en aspectos puramente técnicos y totalmente ajenos a sesgos ideológicos, es una evidencia que dificulta y limita la inversión privada.

La delimitación en la actuación de los poderes públicos en la actividad económico privada es un aspecto que requiere de reflexión en Europa y no sólo en España. ¿Cuáles deben ser las reglas del juego efectivas de su intervención en las actividades económicas y de las empresas?. Es un debate viejo pero no resuelto.

Una reforma educativa profunda y que se consolide en el tiempo es, también, indispensable. Nuestros resultados en la comparativa internacional son inaceptables. Y, lo que es peor, responden en buena medida a la realidad. No basta con cambios menores o formales. Debe extenderse a todos los niveles educativos. Creo que hay que recuperar la cultura del esfuerzo personal y la valoración y el respeto por los docentes.

La investigación es premisa esencial para la transformación de nuestro sistema productivo y un aspecto clave para retener a los mejores profesionales. La pérdida de talento nos empobrece como país. Es una prioridad frenarla.

La flexibilidad del mercado laboral debe ser real. Los avances recientes han sido muy relevantes pero la incertidumbre sobre su aplicación efectiva persiste.

Finalmente, el desarrollo de instrumentos que favorezcan la seguridad jurídica. Tanto en el desarrollo legislativo como en la actuación y funcionamiento de los demás poderes del estado: la administración y el poder judicial. No sólo la legalidad sino la predicibilidad de su actuación son elementos necesarios para sentar las bases que permitan el crecimiento económico.

En suma, es imprescindible un cambio cultural, de la forma en que los españoles vemos muchas veces la realidad. Tomar conciencia de ella y de nuestras potencialidades, que son muchas. El futuro de nuestros hijos dependerá en buena medida de la valentía y el coraje con que seamos capaces de afrontar estas decisiones, muchas veces difíciles en el corto plazo. Sin prejuicios ni complejos. Sólo así, centrándonos todos en hacer lo mejor posible lo que a cada uno nos compete y no con la observación obsesiva, pasiva y hasta en ocasiones melancólica de nuestros día a día (prima de riesgo incluida) superaremos nuestros problemas y nos haremos acreedores de un futuro mejor.