Publicaciones

Garrigues

ELIGE TU PAÍS / ESCOLHA O SEU PAÍS / CHOOSE YOUR COUNTRY / WYBIERZ SWÓJ KRAJ / 选择您的国家

Empleo: sonrisas en la UCI

 | Expansión
Federico Durán López

Los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social y de paro registrado, así como las previsiones para la próxima EPA, revelan, en concordancia con otros indicadores económicos, una indudable mejoría del empleo. Pero mejoría dentro de la gravedad; no es más que una sonrisa en la cara de un enfermo postrado en la UCIO y con un pié todavía en el más allá (en la debacle de una situación social insostenible, con una cuarta parte de la población activa carente de trabajo).

 

Si atendemos específicamente al desempleo juvenil, la situación es mucho más alarmante y aquí la sonrisa ni aparece.

Con un gap de más de tres millones de afiliaciones a la Seguridad Social respecto de los niveles alcanzados en los albores de la crisis, la recuperación del empleo, que sin duda va a proseguir y probablemente va a incrementar su ritmo, no nos va a sacar, sin embargo, en el corto plazo, de una situación dramática tanto desde el punto de vista social como económico (por la depresión del consumo y la quiebra de la confianza a ella asociadas).

¿Podemos hacer algo más? Creo que sí y que la timidez y el retraso en la adopción de las reformas estructurales son los factores que han impedido que la recuperación sea más vistosa. En la penalización del empleo, característica de nuestra economía, siguen influyendo factores exógenos al mercado de trabajo y endógenos al mismo, cuya corrección, a través de una adecuada política reformista, podría revertir o limitar los nocivos efectos de unos y otros.

Las limitaciones a la unidad de mercado (derivadas, aunque no solo, de la tela de araña autonómica), los condicionamientos a la libre iniciativa económica, el exceso de regulación y de intervención administrativa, las disfunciones de sectores regulados (el costo de la energía), la caída del peso relativo de la industria en el PIB, la factura excesiva de un sector público que sigue hipertrofiado y la consiguiente losa fiscal y tributaria que aplasta tanto el desarrollo de las actividades productivas como a los ciudadanos, reclaman, a voz en grito, un programa de reformas, valiente y decidido, que sustituya los parches por la cirugía, y que debería ser apoyado por el conjunto de las fuerzas políticas que garantizan la gobernabilidad.

En cuanto a los factores endógenos, la reforma del mercado de trabajo, sin ignorar que ha generado cambios significativos, dista mucho de garantizar un marco normativo de las relaciones laborales propicio a la conservación y a la creación de empleo. La negociación colectiva necesita un cambio radical y la dinámica económica va a exigir, durante mucho tiempo, que nos adaptemos a una continua reconversión empresarial y del sistema productivo, en la que ha de venir asegurada la movilidad de todos los recursos productivos (entre ellos, la fuerza laboral) y la continua adaptación al cambio.

En el caso del empleo juvenil, dos son los puntos fundamentales para corregir la situación: uno, la necesaria reforma de la formación, en todos sus niveles, y otro, el establecimiento de mecanismos de inserción laboral mucho más realistas, no solo en cuanto a costes sino también en cuanto a compromisos formativos (y de posterior contratación) de las empresas, que los actualmente existentes.