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El reto de un gran siniestro en la empresa: desaparición o mejora

 | El Correo de Andalucía
Jon Aldecoa Viña (asociado principal del dpto. Litigación y Arbitraje Sevilla)

Es conocido que las legiones romanas entraban en batalla a grito de «muerte o victoria» (mors aut victoria). Hoy en día parece que las empresas afrontan una situación similar cuando sufren un gran siniestro: o desaparecen, o acaban por mejorar. El 70% de las pymes desaparece después de sufrir un gran siniestro, por contrapartida, de las que logran sobrevivir, más del 65% salen reforzadas a largo plazo. Así pues, como en el caso de las legiones romanas, las empresas solo parecen tener dos opciones antagónicas ante un gran siniestro: desaparición o mejora.

Sentado lo anterior, podemos identificar varias claves para salir victorioso de un gran siniestro. Son las siguientes:

En primer lugar, la mejor forma de protegerse es identificar los riesgos de la empresa de manera realista y responsable, e implementar las medidas necesarias para neutralizarlos. Por otro lado, cuando el riesgo no pueda anularse o la empresa no pueda asumirlo, dicho riesgo debe ser transferido a un contrato de seguro. En este sentido, la mayoría de los perjuicios derivados de un gran siniestro, por no decir todos, son asegurables.

En segundo lugar, es crucial mantenerse alerta sobre los nuevos riesgos que la empresa puede afrontar. Un cambio en la forma de producción, en la legislación o la simple internacionalización, pueden suponer riesgos antes desconocidos. Buen ejemplo de los nuevos peligros son los ciberriesgos, que aumentan significativamente cada año y frente a los cuales hay todavía poca concienciación.

En tercer lugar, cuando acontece el siniestro se hace fundamental la colaboración estrecha entre asegurado, aseguradora y bróker. Al margen de los profesionales designados por la aseguradora, es importante que el asegurado designe sus propios peritos y abogados. No se trata de posicionarse frente a la aseguradora sino todo lo contrario, colaborar con ella.

Finalmente, si no se llega a la liquidación amistosa y la controversia tiene que ser dirimida por un tercero, es importante tener presente que, además de la reclamación judicial, existen otras formas de solución del conflicto. De hecho, en este tipo de siniestros que suelen ser muy complejos, la mediación o el arbitraje pueden suponer una solución más adecuada. El arbitraje, por ejemplo, posibilita que las partes puedan diseñar un procedimiento a medida de la situación, desbordando los cauces de la tramitación judicial.

Para concluir, si afrontamos la gestión del siniestro guiados por las anteriores premisas, no solo se puede enfrentar la crisis con razonables garantías de éxito y conseguir la supervivencia de la compañía, sino conseguir incluso, a modo de legión romana, una épica victoria en forma de mejora a largo plazo.