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El absentismo, una ineficiencia

 | El Periódico Mediterráneo
María Cortés Campos

Nos hemos acostumbrado a despertarnos cada seis meses con una nueva (“la última”) reforma laboral del mercado de trabajo, anunciada para combatir las ineficiencias de las relaciones laborales y como apuesta para mejorar la empleabilidad, la productividad y la flexibilidad. En un contexto como el actual no ha pasado desapercibido uno de los grandes problemas asentado en las estructuras empresariales, y que está teniendo un impacto directo en la cuenta de resultado de las mismas: el absentismo.

 

Según datos resultantes de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE, la tasa de absentismo en España se situó en el año 2011 en un 4,7%, por lo que el absentismo sigue constituyendo un problema estructural grave.

Existe un interés común entre los agentes sociales y la Administración para combatir este tipo de situaciones irregulares de absentismo, tal y como se puso de manifiesto en el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2010, 2011 y 2012, en el que ya se enunciaba la necesidad de negociar medidas para abordarlo

No se trata de un problema que no tenga solución, más bien al contrario, es una ineficiencia que, si se gestiona, puede minimizarse.

Para efectuar una adecuada gestión del absentismo, recomendamos seguir los pasos siguientes: (i) análisis detallado del absentismo, segmentando el mismo en sus diferentes tipologías (incapacidad temporal, diferenciando las causas de los procesos, y su duración, retrasos, ausencias injustificadas, licencias, etc.); (ii) diagnóstico de las causas y factores que los desencadenan; (iii) establecimiento y planificación de un paquete de medidas para reducir sus efectos; (iv) ejecución de las medidas; (v) seguimiento e implantación de medidas correctoras.

Atendiendo a las distintas causas que computan a efectos de absentismo, merecen especial atención aquellas que están relacionadas con situaciones que, aunque pudieran estar protegidas legalmente (incapacidades temporales), se hace un uso indebido de las mismas (simulación de bajas, prolongación de los periodos de curación, negativas a acelerar procesos de curación, etc.). Estos procesos deben estar sometidos a un seguimiento exhaustivo con objeto de evitar situaciones anómalas, pero en todo caso se requiere un estudio previo de las causas de las incapacidades temporales en aras de establecer medidas preventivas que reduzcan su incidencia.

Desde nuestra experiencia práctica podemos asegurar que la batalla del absentismo puede ser lidiada y obtenerse óptimos resultados a través de la implantación de herramientas eficaces de gestión y medidas que ataquen a la causa concreta que lo desencadena en cada caso, teniendo en cuenta que cada tipo de absentismo requiere de unas medidas concretas para gestionarlo, entre otras las que incidan en las siguientes materias:

1) Políticas de reestructuración salarial, desterrando fórmulas económicas que premien el acto de asistir al puesto de trabajo (“plus asistencia”), y estableciendo fórmulas salariales que apuesten por la productividad, premien la calidad y la eficiencia productiva.

2) Mejoras voluntarias, reconduciendo los complementos de incapacidad temporal para que se haga un uso responsable de los mismos, evitando abusos y situaciones que promueven las bajas y su prolongación. En este punto creemos que en el futuro habrá que establecer complementos que no operen automáticamente y en todo caso, sino que se establezcan según los procesos e individualmente (según antecedentes, procesos anteriores, etc., en definitiva, no abonándose a los absentistas profesionales).

3) Medidas de gestión administrativa de los procesos de bajas: En este caso asume un especial protagonismo la labor inspectora, de vigilancia y control de los servicios públicos de salud así como de las Mutuas de AT y EP. Al igual que ya se ha establecido para el caso de la prestación por desempleo, se deben buscar fórmulas que contribuyan a no alargar de forma injustificada los procesos patológicos y que penalicen la prolongación indebida de bajas.

4) Adoptar medidas correctoras, incluso disciplinarias, frente a las bajas simuladas, compatibilizadas con otra prestación de servicios, así como frente a las faltas de asistencia al trabajo y retrasos.

Si bien es cierto que el problema del absentismo no se advierte inicialmente como tarea fácil que permita erradicarlo de raíz, una gestión eficiente del mismo consigue la reducción de sus efectos, y del coste que representa. La experiencia nos ha demostrado que las empresas que han gestionado el absentismo con intensidad y continuidad han conseguido minimizarlo, ahorrando importantes cuantías.