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DOMINIOS 2.0: La nueva generación de nombres de dominios

 | El Periódico Mediterráneo
Alberto García López

Los nombres de dominio que utilizamos en nuestro día a día (gTLDs, en su nombre técnico), son, en realidad, una simple asignación de letras a los códigos alfanuméricos (o direcciones IP) de los equipos informáticos, que tienen como finalidad facilitar que podamos recordar las direcciones de Internet e identificarlas con sus titulares.

 

Dentro de la evolución natural que está viviendo la Red, el pasado mes de junio se publicó la lista de solicitudes recibidas para los nuevos dominios genéricos de primer nivel, gestionados por la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), entidad que tiene como misión asegurar el correcto funcionamiento del sistema de nombres de dominio.

Hasta la fecha existían un total de 22 dominios genéricos de primer nivel -al margen de los asignados a los distintos países- entre los que se encuentran “terminaciones” tan populares como “.com”, “.org” o la reciente y polémica “.xxx”, que parecían no dar ya más de sí.

La introducción de los nuevos dominios, mediante la creación de “extensiones” que se corresponderán con marcas, palabras genéricas o nombres de ciudades o regiones, pretende liberalizar el mercado permitiendo a los solicitantes la creación de “sus propios dominios”. Se permite también, por primera, vez registrar dominios con caracteres no latinos, como los de los alfabetos japonés, chino, ruso o árabe, lo que supone un claro reconocimiento a los nuevos mercados emergentes y su potencial económico. De esta forma se espera superar la actual saturación consecuencia del crecimiento exponencial de registros, sin recurrir a “extensiones” de escaso interés comercial, como el “.biz”.

El resultado del proceso han sido 1.930 solicitudes, aún pendientes de aprobación, entre las que se pueden encontrar atractivas referencias a términos genéricos (como “.futbol”, “.bingo” o “.vuelos”), a ciudades (“.barcelona” o “.tokyo”) o a marcas (“.zara” o “.ferrari"). Y aunque en estos momentos no es posible solicitar más dominios, ICANN ya ha anunciado la convocatoria de futuros procesos de registro, lo que parece ser una prueba de su éxito, aunque por el momento no se han concretado fechas.

Sin embargo, avanzamos ya que estos dominios no están al alcance de cualquiera. Si bien toda empresa, pública o privada, puede ser titular de uno de ellos, habrá de cumplir antes unos requisitos. En primer lugar, demostrar una estabilidad operativa, técnica y financiera para administrar el dominio. Probar también la legitimidad que detenta sobre el término que pretenda registrar. Y por último, hacer frente a los costes del dominio, cuya cuantía asciende, aproximadamente, a 150.000 euros por la presentación de la candidatura (frente a los 9 euros de por la solicitud de un “.com”, o los 18 euros de un “.es”), a los que se deberá añadir 20.000 euros correspondientes al coste anual de su mantenimiento.

Este elevado precio se vería justificado por el prestigio que en teoría llevarán aparejados estos dominios y las múltiples posibilidades de negocio que ofrecen, así como ser un posible remedio frente al “cibersquatting”, esto es, el registro por un tercero de una marca como nombre de dominio, para su posterior venta a su legítimo titular.

En este punto, las garantías que ofrece el nuevo sistema son varias: desde el control de las solicitudes mediante un examen y la apertura de un trámite de oposición de carácter público, previos a la concesión definitiva; hasta la posibilidad de vigilancia durante la vigencia del registro. Además, se ha previsto la introducción de un proceso conocido como “clearinghouse”, que consiste en un mecanismo para la defensa de los derechos de propiedad industrial e intelectual mediante la creación de una base de datos general en la que los titulares de derechos podrán inscribirse, permitiendo la monitorización de posibles infracciones.

No obstante, no se prevé que estos nuevos dominios empiecen a operar hasta 2013 por lo que habrá que esperar hasta entonces para valorar su repercusión efectiva en el mercado y si la inversión que es necesario realizar es rentable.